340-Giralda



A MI HIJO SALVADOR ZURRO GIRALDA,
CAÍDO EN EL FRENTE

Naciste hijo querido,
naciste de mis entrañas,
con orgullo lo pronuncio
y se me desgarra el alma.
Brotó tu sangre aquel día
del Cuartel de la Montaña,
y aún diste sangre para otro
de la que a ti te sobraba.
Eras sano y eras fuerte,
¡era muy grande tu alma!,
eras, como comunista,
alma desinteresada.
Cuando ya te repusiste
saliste a Santa Olalla,
luchaste como se lucha,
con entereza, con saña,
sacrificándolo todo
por defender a tu patria.
Descansaste siete días
y estaba en vilo tu alma;
decías que hacías falta
en los campos de batalla.
Y volviste para el frente,
a Robledo de Chavela,
y allí dejaste tu vida
clavada en una trinchera,
pues una bala traidora
te hizo caer en la tierra.
¡Descansa en paz, hijo mío!,
que los hombres no se acaban,
sobran para defenderla.
Nos sobran hombres y armas,
y si ellos se agotasen
tu madre empuñará el arma,
y dará su vida antes
tal como tú la enseñaras,
morirá en una trinchera
defendiendo nuestra causa;
que Agustina de Aragón
también defendió su patria.

Giralda

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