354-Horacio Olivos y Carrasco



DE ALBA

Flota un blanco perfume. Junto al lecho
mi novia calza su escarpín de seda,
y, como Venus de la espuma leda,
surge sonriente del nidal deshecho.

Sus bronces y sus lacas en acecho
la atisban desde el piano. Ella se enreda
los cabellos dispersos, y se queda
contemplando las formas de su pecho.

Una sonrisa espléndida ilumina
su virgíneo semblante de alabastro
con arreboles de carmín de China.

Y atraviesa el boudoir, dejando un rastro
de claridad exótica y divina
cual si pasase entre la sombra un astro.

Horacio Olivos y Carrasco

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