Somos personas estupendas, enamoradas de la vida; algunas, siempre satisfechas, no se sorprenden cuando triunfan; a otras, en cambio, no las rinden las apariencias negativas, y siempre avanzan amorosas con su entusiasmo y su alegría; algunas rezan, otras llevan las oraciones más divinas en sus sencillos corazones y en la pureza de sus risas; muchas reciben del Señor, en cuerpo y alma, cuanto pidan; y otras no hay nada que no ofrenden desde sus almas infinitas... Somos personas estupendas, enamoradas de la vida.
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