SONETO
Escucha Dios en su encumbrado cielo
de humildes golondrinas el gemido
cuando, lejanas del paternal nido,
vagan desamparadas por el suelo.
Yo, gimiendo en amargo y triste duelo,
familia, bienes y el hogar perdido,
de su beneficencia he recibido
socorro en mi orfandad y desconsuelo.
Guárdete el mismo Dios tres veces santo,
y a tu familia y grey, ¡oh pastor bueno!,
bajo la sombra de su augusto manto.
Como de gratitud le pido lleno,
pues tan grata acogida mi quebranto
halló en tu dulce y compasivo seno.
Juan Manuel García Tejada
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