¡Sola!



¡SOLA!

¿Por qué me tienen aquí?
Golpeada por el viento,
temblorosa, triste, y alta,
como si eso fuera un premio...
Las noches las paso en vela,
caiga lluvia o caiga hielo,
mientras duermen resguardados
quienes me cubren de besos.
Los himnos que me brindaron
los patrióticos troveros
no me ofrecen el calor
que sus almas pretendieron.
Aquí, olvidada, en el ático,
a veces envidia tengo
de mis hermanas caídas,
que unos jóvenes soberbios,
con ira y con complacencia,
arrojaran en el fuego...
Y lo peor son los odios
que en algunos represento,
usada como frontera
que va segregando pueblos,
como si el Amor de Dios
no estuviera en todos ellos...
¡Ay, qué triste es ser bandera
y al mismo tiempo no serlo!

Jesús María Bustelo Acevedo

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