SONETO
El Niño Dios, la Virgen y parida,
el parto virginal, el Padre Eterno,
el portalico pobre, y el invierno
con que tiembla el auctor de nuestra vida.
Sienta (señor) vuestra alma, y advertida
del fin de aqueste don y bien superno,
absorta esté en aquel, cuyo gobierno
la tenga con su gracia guarnecida.
Las Pascuas os dé Dios cual me las distes
con los divinos versos de esa mano;
los cuales me pusieron tal consuelo,
que son alegres ya mis ojos tristes,
y meditando bien tan soberano,
el alma se levanta para el cielo.
Leonor de Ovando
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