ESCRITO EN LA CÁRCEL
Yo que tengo lejanos jardines en la luna
y reinos invisibles en estrellas lejanas
y princesas dormidas de embrujada fortuna
y reinos interiores y cosas extrahumanas.
Yo que tengo un silencio de armonía profundo,
gravitando con ritmo de misterio en mí mismo;
yo que siento y que vivo la belleza del mundo:
jamás podrán hundirme en el "pequeño abismo".
Basta que mire al cielo y llame a las estrellas
para arrullarlas dentro del corazón transido;
basta que, cara a cara, diga a Dios mis querellas
para que Dios conteste: "¡Hijo!, ¿te han afligido?"
Por eso nada importa, Madre, que a tu buen hijo
los pobres hombres quieran herir: ¡Piedad por ellos!
¡Piedad, Piedad, Piedad! Mi amor ya los bendijo;
¡que la luz de los astros les peine los cabellos!
José Domingo Gómez Rojas
POLVO Y VIENTO
Hoy caen los crepúsculos de mi alma
y dormido me encuentran las auroras;
tengo tantas estrellas en mi ensueño
que hay un divino azul hasta en mi sombra.
Es tan honda la noche de mi espíritu
que en un éxtasis vivo su belleza
y la muerte se acerca hasta mis besos
como virgen vestida con estrellas.
Yo dormiré algún día bajo tierra
y ni mi sombra vagará perdida;
no seré ni recuerdo, ni fantasma,
ni amor lejano, ni canción perdida.
Sólo entonces, tal vez, duerma tranquilo,
sin inquietud alguna… Las estrellas
seguirán en los cielos, y los hombres
viviendo sus dolores por la tierra.
Y yo estaré tranquilo con el polvo
sobre mi corazón, sobre mis labios;
pasarán los millones de centurias…
habrán muerto y nacido muchos astros…
Así quiero dormir bajo los siglos,
vestido con el polvo de lo eterno;
yo que rodé cual lágrima en el mundo
quiero apenas ser polvo sobre el viento.
José Domingo Gómez Rojas
POLVO Y VIENTO
Hoy caen los crepúsculos de mi alma
y dormido me encuentran las auroras;
tengo tantas estrellas en mi ensueño
que hay un divino azul hasta en mi sombra.
Es tan honda la noche de mi espíritu
que en un éxtasis vivo su belleza
y la muerte se acerca hasta mis besos
como virgen vestida con estrellas.
Yo dormiré algún día bajo tierra
y ni mi sombra vagará perdida;
no seré ni recuerdo, ni fantasma,
ni amor lejano, ni canción perdida.
Sólo entonces, tal vez, duerma tranquilo,
sin inquietud alguna… Las estrellas
seguirán en los cielos, y los hombres
viviendo sus dolores por la tierra.
Y yo estaré tranquilo con el polvo
sobre mi corazón, sobre mis labios;
pasarán los millones de centurias…
habrán muerto y nacido muchos astros…
Así quiero dormir bajo los siglos,
vestido con el polvo de lo eterno;
yo que rodé cual lágrima en el mundo
quiero apenas ser polvo sobre el viento.
José Domingo Gómez Rojas
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