SONETO
Dormía en un prado mi pastora hermosa,
y en torno de ella erraba entre la flores
de una en otra usurpando los licores,
una abejuela, más que yo dichosa,
que vio los labios donde amor reposa,
y a quien el alba envidia los colores,
y al vuelo refrenando los errores,
engañada, los muerde como a rosa.
¡Oh, venturoso error, discreto engaño!
¡Oh, temeraria abeja, pues tocaste
donde aun imaginarlo no me atrevo!
Si has sentido de envidia el triste daño,
parte conmigo el néctar que robaste;
te deberé lo que al amor no debo.
Juan Bautista de Mesa
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