LUMINOSO FORASTERO
El amor fue tan extraño para mí.
Porque cuando Él vino, yo no le conocía.
Y lo percibía como si tan sólo fuera
un intruso para mi tranquilidad.
No veía los regalos que me traía,
ni tampoco escuchaba Su suave llamada.
Intenté impedirle entrar con llaves y cerraduras
que se desprendían ante Su llegada.
No podía huir ante tanta delicadeza
con la que me contemplaban Sus ojos.
Le rogué de mala gana, le rechacé,
pero Él me tendió Su mano
y me pidió que le recordara.
Un Nombre legendario
empezó a agitarse en mi interior
como un resplandor de oro.
Quedé plena de luz, en profundo silencio,
hasta que Él dijo la Palabra...
Entonces, al fin, pude reconocer a mi Señor.
Helen Schucman
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