A MIS HIJOS
Sin pocos años y sin muchos bríos
mustias están mis juveniles flores;
ya no debo ni sé decir amores,
sin pensar en los vuestros, hijos míos.
sin pensar en los vuestros, hijos míos.
Os digo, pues, que torpes amoríos
no deben halagaros seductores;
no deben halagaros seductores;
buscad entre las buenas las mejores...
y dejaros de locos desvaríos.
Hijos míos, que sea vuestra esposa
recatada, discreta, virtuosa:
no la elección de vuestro amor aflija
al entrañable amor de vuestro padre,
y una mujer, en fin, dadme por hija
igual que la mujer que os di por madre.
Gaspar Esteva Ravassa
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