LA TRISTEZA INEXPRESIVA
La tristeza inexpresiva
abrió sus dos ojos enormes,
el florero al despertar
del cristal arrojó las flores.
Todo el cuarto se invadió
de una lánguida ,¡dulce medicina!,
este reino tan pequeño
tanto sueño ha devorado.
Un poco de vino rojo,
-otro poco de sol de mayo-
y rompiendo un delgado bizcocho
la blancura de dedos finos.
Osip Mandelstam
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