LA LIRA
En cada corazón hay una lira
cuya voz nos aflige o nos encanta;
cuando la pulsa el entusiasmo, canta;
cuando la hiere la maldad, suspira.
Ruge al contacto de la vil mentira;
el choque de la duda la quebranta,
y al soplo del amor y la fe santa,
himnos entona, con que al mundo admira.
Yo la mía probé, y estoy contento:
¡Bendito tú, Señor, que me la diste
templada en la bondad y el sentimiento,
Y las cuerdas en ella no pusiste
del necio orgullo, del afán violento,
del odio ruin y de la envidia triste!
Manuel del Palacio
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