QUIETUD
Mi alma permanece serena.
No conoce esos pensamientos que mi mente fabrica.
No percibe mis esfuerzos insensatos,
tampoco las pretensiones de pecado y locura
en los cuales imagino creer.
Mi alma permanece inamovible
y segura de su inmortalidad,
en una paz tan profunda
que todos mis cuidados no pueden afectarla.
Duermo, y sueño con el mal, la decadencia y la muerte;
mas mi alma nada de ellos conoce,
perfectamente apoyada en su Creador y en mi Ser.
Helen Schucman
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