El corazón de una madre, el corazón de una mujer es un gran tesoro. Nos enciende, ilumina la familia. ¿Quién te enseñó a orar? ¿Quién te va a entender y a perdonar? La madre. La mujer. ¿Quién te inspirará ante una gran tarea? La amada, la amiga, la mujer. La mujer, la inspiradora de belleza. Esta es la gran ley cósmica, la ley de la majestad, la ley de la grandeza y el equilibrio. Esforzarnos por alcanzar la belleza será como obtener la llave del conocimiento. Mejor que nadie, la mujer conoce el elemento del fuego, ese elemento tan ligado al futuro más cercano... Lo que se necesita ahora es la unidad de las mujeres que tejerán los hilos chispeantes del hogar a través de todas las jerarquías hacia el Infinito. Recordad, mujeres; recordad, madres, esposas y hermanas; recordad que estáis unidas por la belleza del espíritu. Sois quienes tejeréis y desplegaréis el estandarte de la paz. Quienes salvaréis a los niños de la desintegración y les mostraréis el significado del heroísmo y el sacrificio. Quienes pronunciaréis la palabra sagrada: ¡cultura! Más arriba se abre el camino celestial... Hacedlo todo tan bien como podáis... ¡Haced que todo sea hermoso!
Nicholas Roerich
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