Cuando el alba de la inteligencia se extienda sobre el horizonte del progreso humano y la ignorancia y la superstición hayan dejado sus últimas huellas sobre las arenas del tiempo, quedará escrito en el último capítulo del libro de los crímenes humanos que el más grave de los pecados fue el de la intolerancia.
La intolerancia más amarga nace de los perjuicios religiosos, raciales y económicos. ¿Cuándo, oh Dios, comprenderemos los pobres mortales que es una locura tratar de destruirnos los unos a los otros porque tenemos diferentes creencias religiosas o tendencias raciales?
El tiempo que tenemos asignados en esta tierra no es más que un instante fugaz. Como una vela prendemos, brillamos un momento y nos extinguimos. ¿Por qué no podemos aprender a vivir durante nuestra breve visita terrenal de forma que cuando la gran Caravana llamada Muerte anuncie que nuestra visita ha terminado estemos listos para desmontar nuestras tiendas y seguir en silencio hacia el gran desconocido sin temor alguno?
Confío en que no encontraré judíos o gentiles, católicos o protestantes, alemanes, ingleses o franceses cuando hay cruzado hacia el otro lado. Confío en que sólo encontraré Almas humanas, Hermanos y Hermanas sin distinción de raza, credo o color, pues desearé haber terminado con la intolerancia para poder descansar en paz durante toda la Eternidad.
Napoleon Hill
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